30 mayo 2013

SANTA CRUZ DE LA SIERRA

El viaje a Santa Cruz lo hicimos desde Ivirgarzama, en un “Noah” (llena y sale!), claro que no siempre llena, así es que tuvimos que esperar un buen rato para partir. Nos entretuvimos comiendo productos varios (salteñas, juguitos, dulcecillos). Finalmente partimos a las 11 am. El viaje en teoría dura 4 horas máximo, así es que estaba calculado para llegar a almorzar. Pues bien: a las 12:30 hrs en el puente de Yapacani, bloqueo de Maestros, el cual consistía en que el profesorado simplemente estaba ahí, conteniendo: sentados, acostados, durmiendo, comiendo, cantando, conversando, jugando naipes. Está bien, pues aparentemente abrirían a las 15 horas.  Esperar 3 horas no era tanto. Caminamos un rato, luego nos sentamos, nos paramos, comimos productos de la zona (asaditos, empanaditas, limonada, empanada de arroz, helado de azúcar, galletas, dulces), luego volvimos a caminar, nos volvimos a sentar, volvimos a comer...  y así. Pasando las horas ya no había tan buena disposición: Sol quemando fuerte, a ratos lluvia. A un lado de la calle mosquitos varios, al otro olor a orines y heces de todos los que esperábamos. Esperar adentro del auto no era opción pues uno de nuestros compañeros de viaje era un  chuñusco con fuerte olor a orín, con moscas que lo rodeaban, y se acostó cuan largo era en los 3 asientos del auto a dormir. Cuando finalmente ya eran las 15 hrs., nada! Luego resultó que abrirían a las 18…  luego a las 20..  luego  indefinido…  y finalmente a las 21 horas tras una disputa entre choferes rabiosos y maestros en paro, una maestra con un piedrazo en la cabeza y diálogos entre petardos, llantas y fuego, resultó que abrieron por un rato para que pasáramos los muchos que estábamos esperando desde las 10 am. Finalmente lo logramos tras 8 ½ horas de espera, llegando a Santa Cruz a las 23:00 hrs. 
Pero no cantemos victoria antes de tiempo! Llegamos con una lluvia torrencial que no tuvo compasión ni por 5 minutos. Nuestro chofer nos dejó en un punto muerto, en tierra de nadie y sin cobijo. Las calles estaban completamente inundadas hasta el borde y los triciclos de la tierra natal aquí no existen. Así es que la única alternativa fue tirarse al agua con bototos, pantalones y todo lo puesto. Lo importante es que sobrevivimos. Los zapatos aún están húmedos y huelen a mierda.

Santa Cruz es aparentemente la ciudad más babilónica de lo Bolivia, así nos lo habían anunciado antes y así lo pudimos comprobar. Cadenas de farmacias, supermercados, harta vida nocturna (se supone), burger kings, mucho vehículo lujoso, etc. Y además de todo lo anterior, en dos días vimos tres limosinas con niñas de 15 años gritando y vestidas de matrimonio. La ciudad está organizada de manera radial, todas las direcciones se dan haciendo referencia a los anillos (primer, segundo, tercero, etc). Dentro del primer anillo se encuentra el centro. Aquí la plaza central, bien monona y cuidadita, la iglesia o catedral y en sus alrededores algunos edificios históricos, como el “Centro Astrofísico de Neuroinmunología Micronuclear Freudiana” (mentira), el Centro Cultural y la Municipalidad (verdad).

Nos alojamos cerca de la Nueva Terminal (tercer anillo). Aquí haré una reflexión, ¿por qué demonios todas las terminales se llaman “Nueva Terminal”, si las otras nadie las conoce o solo hacen salidas a lugares pequeños?… en fin. Retomo: alojamos cerca de “La Terminal” porque es bastante más barato que el centro. De aquí teníamos locomoción para todos lados (Micro $2bs.), así es que no problema.


EL PAN
Hemos hablado antes de nuestra alimentación y ya conocen un poco el menú. Lo normal en condiciones de viaje sería prepararse unos panes y tratar de salvar con eso. Mas quisiéramos, pero acá el concepto de pan está muy alejado de los estándares mínimos del gusto, sobre todo para un chileno comedor de pan y admirador profundo de la tradicional “once chilena”. Primero, siempre está frío. Lo hemos intentado a todas horas y en todo lugar, pero nunca está caliente, estoy convencido que lo enfrían a propósito. Por lo mismo el pan nunca está del todo fresco, incluso se vende añejo y no es un tema importante. La consistencia es airosa y galletesca. No tiene peso. Si lo tratas de partir con las manos, se deshace. Y para finalizar, es dulce. Así es, la masa lleva una dosis de azúcar para transformar el pan en algo extraño (igual que las empanadas, el pan de queso, y otros).

Nos habían hablado de que Santa Cruz y sus alrededores se caracterizaban por tener amables embelecos para la hora del té. Dicho atractivo no lo podíamos pasar por alto, así es que salimos en busca de ello. Descubrimos un cafecito en el centro, que tenía muchos de estos atractivos;  Comimos leche asada, cachitos con crema pastelera y manjar (no dulce de leche), leche nevada, tiramisú, etc. Después de ingerir bastante, nos topamos con el maestro pastelero-panadero ¿y que creen? era chileno el perla. He ahí la razón de aquellos productos tan agradables al paladar. Después de charlar un rato, entre otras cosas, del pan, cada uno volvió a lo suyo. Al rato aparece el maestro de la cocina y nos avisa que en unos minutos más iban a salir 2 marraquetas para nosotros, cortesía del panadero. ¡Así es! ¡2 marraquetas! Pedimos un poco de mantequilla y ahí mismo no más, calientitas, con mantequilla derritiéndose… pa’ entro!





COTOCA:

Cotoca es un pueblo cercano a Santa Cruz. A media hora en el micro. Su gracia aparente es que hay artesanía (no vimos) y unas masitas típicas. Pero la mayor e inesperada gracia estaba por aparecer. Al caminar por la plaza, (por quinceaba vez), en el pasto de la misma, entre arbustos, caca de perro y más pasto, Elisa divisa un ser que se traslada a paso lento y sin apuro alguno, a un ritmo cadencioso e incluso robótico; un oso perezoso. Nos acercamos rápidamente (no sé porque) y lo pudimos admirar en toda su magnificencia. ¡Existen de verdad!, no son sólo de Animal Planet. Son seres muy extraños, como un mono anciano. Sus garras son gigantes, si se aferran a algo es imposible sacarlo. Su pelo es grisáceo, tieso a la vista, suave al tacto. Y su velocidad es realmente escasa, casi nula. “Sid” caminó hacia un basurero, lo trepó para luego aferrarse a una luminaria, la trepó para llegar a la rama  de “su árbol” y ahí quedó boca abajo, comiendo hojas. La gente del pueblo nos dijo que él habitaba la plaza (como una paloma) y que en la otra esquina, en otro árbol, vivía otro compañero perezoso. Aparentemente no pudieron escaparse del apresurado ritmo de crecimiento del pueblo y ahí quedaron a vivir, entre cemento, pasto y fierro. Además de eso hay que sumarle a su pausado vivir (digno de imitar), los transeúntes babosos que no paran de sacarles fotos y acariciarlos, para luego contar historias sobre ellos en un blog. Desde ese día, Luis cruza todas las plazas mirando las copas de los árboles con la esperanza de volver a encontrar, casualmente, un perezoso.





TENER EN CUENTA:

  • Minibus Ivirgarzama-Santa Cruz: $50 bs. p/p - 4 horas de viaje.
  • Alojamiento: $30 bs. p/p
  • Micro Cotoca: $3bs. Sale desde Monseñor O. Aguirre c/ Barrón. Al lado del Mercado Los Pozos.
  • En el centro artesanal cerca de la plaza, hay una información turística. Ahí te pueden dar un mapa y explicar los atractivos de la ciudad y de los alrededores.


3 comentarios:

  1. Nuuuhhh que emoción! son de verdad..me imagino el impacto de ver a este extraterrestre ahí!

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  2. Oh! Sí! Fue realmente impactante. Daba emoción y miedo a la vez!!!

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